Demandas energéticas
en el arquero de fútbol


Las demandas energéticas en el fútbol, están determinadas directamente por la intensidad del juego a lo largo de los 90 minutos, esto implica que la capacidad física de los jugadores debe obtenerse luego de una rigurosa planificación del entrenamiento. De acuerdo a los esquemas existentes y las diferentes posiciones, los requerimientos energéticos varían dependiendo del jugador, y es ahí donde el cuerpo técnico tiene la obligación de administrar las cargas correctas de entrenamiento, como también desde el punto de vista nutricional en donde se tiene que tener en cuenta los requerimientos diarios y el gasto calórico de cada jugador (1).

La intensidad del esfuerzo durante el fútbol competitivo puede relacionarse con la distancia total cubierta por el jugador, representando una medición global de la tasa del esfuerzo, en donde las actividades a realizar se pueden dividir en: intensidad, duración y frecuencia. Dicha tasa puede ser aumentadas a través de la respuesta por monitoreo de las respuestas fisiológicas (GPS, Percepción del esfuerzo, examen de laboratorio).

Específicamente en el puesto de arquero, el tiempo que el sujeto pasa parado con bajo nivel de intervención es mucho mayor respecto al resto de las posiciones, en donde el perfil de intensidad muestra esfuerzos anaeróbicos de corta duración solamente cuando se ve comprometido en el juego, debido al tiempo de acción no mayor a 12 segundos, a una muy alta intensidad, como puede ser una acción defensiva en carrera, una acción uno contra uno, juego aéreo o estiradas reflejadas en la potencia del salto.

La vía energética descrita respecto a esta intensidad y tiempo en la posición de arquero de fútbol es la vía metabólica anaeróbica, específicamente la vía de la ATP-PCr también conocida como el sistema de los fosfógenos. Ahora bien, en condiciones fisiológicas es imposible que actúe una vía de forma exclusiva, en donde ocurre un mecanismo fisiológico mixto en donde predomina un sistema energético sobre otro (2).

La energía inmediata, la cual es necesaria para las acciones de corta duración y muy alta intensidad, está determinada por el adenosín trifosfato (ATP) y la fosfocreatina (PCr) almacenados dentro de los músculos, esta fuente intramuscular de energía se identifica con el nombre de sistema de fosfógenos, al cual se le atribuye la capacidad de generar energía rápida durante breves periodos de tiempo, por ende la capacidad muscular de cada portero será fundamental para almacenar estas moléculas energéticas y de esta forma poder tener el combustible necesario para la ejecución de alguna acción especifica durante el partido (3).

El sistema ATP-PCr puede suplir casi de forma completa las demandas de ATP en una acción intensa con una duración entre 1 y 5 segundos, posterior a dicho tiempo si la intensidad del ejercicio se mantiene se comienzan a utilizar los ATP provenientes del glicógeno (4) (el que se forma dependiendo del consumo de carbohidratos) por lo cual se observa un cambio gradual en la vía metabólica utilizada dependiendo de la duración de la acción, lo que anteriormente llamamos una vía metabólica mixta.

Ahora bien, al momento de utilizar todos los fosfógenos si en alguna jugada lo requiera, este sistema tiene su proceso de regeneración el cual tarde entre 3 a 5 minutos, en donde la ATP es resintetizada por los sistemas aeróbicos, y parte de este ATP será el encargado también de reponer los niveles basales de PCr, para poder volver a utilizar esta vía metabólica principalmente Anaeróbico Aláctica en una próxima ocasión en este caso en una próxima intervención del portero (2,3).

En el caso general del futbol no solamente se utilizan estos fosfógenos como vía energética, debido a que las acciones de un jugador de campo como también sus distancias recorridas, son mucho mayores en relación al arquero. En este contexto se utiliza el glucógeno muscular otorgado principalmente por el consumo de carbohidratos previo a la practica del deporte, como también se utilizan dependiendo de la intensidad y de las reservas de dicho glucógeno, el metabolismo de las grasas y de las proteínas desde el metabolismo aeróbico (2).


BIBLIOGRAFÍA
1- Thomas Reilly. Aspectos Fisiológicos del Fútbol. Actualización en Ciencias del Deporte. Vol. 4, Nro. 13, 1996.
2- J. López Chicharro. (2002). Fisiología del Ejercicio. Madrid: Editorial medica panamericana.
3- Víctor L. Katch, William D. McArdle, Frank I. Katch. Fisiología del Ejercicio. Fundamentos. 4ª Ed. Editorial Médica Panamericana. 2015.
4- S. Powers, E. Howley. (2019 ). Excercise physiology; theory and application to fitness and performance. New York: McGraw-Hill Education.
0
    0
    Tu Carrito
    Tu carrito está vacíoVolver a la tienda